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Capítulo I: Primer paso.

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Mensaje por Green Miér Ene 16, 2013 11:41 am

Un día perfecto, sin duda, pues el astro rey se hallaba en la cima de su trono recorriendo cada rincón de su reinado con su imponente luz mientras una suave brisa refrescante avanzaba lentamente por el claro del bosque.

Lo bello de este día se combinaba con la armonía absoluta del bosque en que se ubicaba el pueblo Gliese, un poblado pequeño que no había sido contaminado con el avance de la revolución industrial, sus lugareños eran granjeros y comerciantes que se establecieron en busca de un lugar alejado de la locura que impregnaba las metrópolis que cubrían el resto de la región. De esta forma, Gliese, se había vuelto el lugar de partida ideal para los jóvenes entrenadores y coordinadores de Zaurak, puesto que los pokémon que habitan las cercanías del poblado no son de gran poder ni es una zona frecuentada por entrenadores más experimentados.

Bajo la sombra de un frondoso y longevo alerce, descansaba un joven de cabellos castaños que intentaba conciliar el sueño, pero se mantenía en vigilia, pues junto a él se encontraba una criatura muy parecida a un lagarto bípedo de color anaranjado y con una llama en la punta de su cola. Está salamandra de fuego se encontraba persiguiendo pequeñas orugas de color verdoso y con una antena roja en su cabeza, la escena era graciosa y causaba pequeñas muecas de risa en el rostro serio del muchacho, pues los insectos se escondían sin problemas de su cazador.
Deja de ser insistente, Zard. Lo único que conseguirás será irritarlos y que te ataquen todos a la vez, —Aconsejo el chico a la criatura que giró su cabeza un poco para oírle, pero no tardo en volver a su “juego”. — luego, no me vengas llorando cuando te peguen.
Chaaaar chaaarmandeeer. —Sacando su lengua como burla a mis palabras, la lagartija, continúo el acoso sobre las orugas.
El muchacho esbozo una sonrisa ante la burla de la criatura, cerró sus ojos un segundo, el cual se fue alargando hasta caer en los brazos de Morfeo.
Pasados unos quince minutos, sucedió lo que el humano había predicho, un trío de insectos se alineo ante su agresor y, al unísono, lanzaron unos hilos de sedas que terminaron por enrollar en una especie de capullo a la criatura de fuego, provocando que perdiera el equilibrio y cayera sobre el pasto. Las orugas se acercaron a la criatura que hacía un rato había sido llamada “Zard” por el muchacho y se burlaron de está antes de trepar por el tronco del alerce.
Chaaarmander chaaar. —Bramaba de forma lastimera el lagarto de fuego que yacía sobre el pasto totalmente apresado por hilos de seda, a excepción de su cola, pues la llama había derretido parte del capullo.
Los llantos del lagarto anaranjado terminaron por despertar al joven de cabellos castaños, una gran sonrisa se formó en su rostro, terminando con una gran carcajada al ver el cómo había terminado Zard. Aunque termino apiadándose y se acercó a él para sacarlo de su aprieto.
Es…muy difícil. —Entre jadeos, el muchacho, derretía la seda al calentar una piedra con la llama en la cola del lagarto. Sus manos ya estaban enrojecidas al pasar cinco minutos, pero su compañero ya estaba liberado. — Espero que esto te sirva de lección. —Suspiró el muchacho mientras se encaminaba hasta el río que pasaba a unos siete metros de su posición para sumergir sus manos.
La criatura de color anaranjado guardó silencio mientras el castaño enfriaba sus manos en el agua. Se acercó a él en silencio, sentándose junto al castaño y le quedó viendo por unos segundos, cosa que notó el humano.
¿Pasa algo, Zard? —Preguntó extrañado por el comportamiento de su amigo.
Chaaaar chaarmander. —Suspiró la criatura desanimada, pues aceptaba que lo sucedido ocurrió por no hacerle caso.
No seas idiota —Le sonrió y abrazó con ternura, apegándole a él. — aún nos queda mucho por aprender y hoy aprendiste algo nuevo, que espero no se te olvidé ¿Vale? —Al ver como Zard asentía, el joven, se puso de pie y señalo hacía un camino de tierra. — Creo, es momento de regresar al pueblo, no quiero que el abuelo me regañe.
Chaarmaandeer. — Asintió con su cabeza la salamandra de fuego al ver hacía la dirección señalada por el castaño.

Ambos se encaminaron por la ruta que conectaba hacía el pueblo, aunque no eran más de las tres de la tarde, por alguna razón, el joven castaño tenía el deber de retornar a su hogar temprano.
El camino a casa era muy ameno, una vasta vegetación cubría ambos lados de la ruta, una mezcla de aromas entre tierra mojada, árboles y flores se expandía por la ruta y el sonido armonioso de las aves que cantaban entre las copas de los árboles, hacían del recorrido de la ruta, un pasaje por un paraíso terrenal. El pequeño Zard no dejaba de caminar junto al muchacho, de forma relajada por la zona, admirando cada rincón del lugar.

Sin darse cuenta, llegaron hasta el pequeño asentamiento que había en medio del bosque. Casi no había vida por las calles del pueblo, pequeñas casas se erguían formando pequeñas manzanas, sinceramente, solo un edificio resaltaba en todo el lugar y se ubicaba en el centro, sobre una pequeña colina. Un gran arco con una pokeball en su centro era la entrada al recinto, un camino de piedras conducía a las puertas del inmueble construido con madera y concreto que tenía sobre su puerta grabado “Laboratorio Pokémon”.
El viejo quería verme, no es hora de ir a casa, Zard. —Llamó la atención de la criatura de fuego al percatarse que esta no se detuvo ante el arco del laboratorio.
Con oír la voz del muchacho, aquella salamandra anaranjada cambio su rumbo y regreso junto a él. Miró al castaño, este suspiró y respiro profundamente antes de adentrarse por el camino de piedra hacía el edificio central del laboratorio pokémon.

Fue una travesía breve, al tocar la puerta con los nudillos de su mano derecha, un hombre de edad avanzada le atendió. Vestía una toga blanca, una camisa roja bajo ella y pantalones café claro. En el rostro del hombre se esbozó una sonrisa al ver al joven que tenía ante su puerta.
¡Creí no vendrías! —Un fuerte abrazo rompió la distancia entre ambos, tenían un parentesco muy visible. — Pasa, no tenemos mucho tiempo. Más pronto terminemos esto, más rápido podrás iniciar tu viaje.
Una sonrisa leve emergió en el rostro del castaño, estaba analizando esas últimas palabras del anciano ¿Qué quiso decir con dar inicio a un viaje? Aquello le invadía el corazón de energía, solo existía una alternativa posible, si era aquella, sus sueños estarían empezando a tomar forma.

¿Qué esperamos, Abuelo Oak? —Preguntó el castaño demostrando ansiedad en su voz y ojos.
Green, sígueme al despecho principal.

El profesor Oak, como era conocido Sam Oak, es un reconocido investigador pokémon que inició sus investigaciones desde joven en pueblo Paleta, un pequeño poblado ubicado al sur de la región de Kanto. Tras lo sucedido con el team Rocket, Oak se vio forzado a establecer su laboratorio en una región lejana, siendo esta la razón por la cual llegó a Zaurak.

El joven de cabellos castaños y ojos verdes se llamaba Green, nieto del reconocido profesor. Desde pequeño se crio con él, al vivir entre diversos pokémon, su sueño desde pequeño fue el de ser un entrenador pokémon. Cuando se mudaron a Zaurak, hace ya unos meses, recibió de manos de su abuelo a Zard, un pequeño y hábil charmander que sería su compañero pokémon al iniciar su aventura.

Avanzaron por un pasillo repleto de estatuas con diversas formas de pokémon y estanterías con libros. El muchacho de ojos verdes admiraba en silencio cada lugar del edificio hasta adentrarse en un gran salón donde había un escritorio central con una computadora, en las paredes se podían ver diversos cuadros de pokémon y libros. El anciano Oak no tardó en dirigirse al escritorio y abrir uno de los cajones, al cabo de unos segundos, el abuelo de Green había dejado sobre el mueble una serie de objetos diversos.
Te entregaré unas pokeball, unas cuantas bayas y pociones para que tu viaje sea lo más seguro posible, —El investigador pokémon cogió los objetos y se los entregó al muchacho. — por cierto, está es una pokedex — de unos de sus bolsillos, el abuelo del castaño, sacó un extraño dispositivo tecnológico rojizo. — que he modificado con todas las entradas de los pokémon descubiertos, me gustaría que te encargues de completarla, por favor.

Sin demora, el castaño guardó los objetos en su bolso e inspeccionó la pokedex un poco antes de guardarla en el bolsillo de su casacón. Miró a su abuelo, hizo un gesto de agradecimiento con las manos y salió del cuarto. Oak le quedó viendo en silencio con una gran sonrisa, su nieto se volvería un hombre.

De esta forma, Green Oak se encaminó a la ruta 1, la cual le llevaría a iniciar su travesía por la región de Zaurak. Se despidió de los pueblerinos que se cruzaban en su camino hasta que abandonó la ciudad, ya en sus primeros pasos por la ruta, sin previo aviso, Zard salió de su pokeball para acompañarle paso a paso en su nueva aventura.
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Capítulo I: Primer paso. Empty Re: Capítulo I: Primer paso.

Mensaje por Red Miér Ene 16, 2013 11:51 am

Tu Rol cumple con los requisitos debidos para el comienzo de tu aventura, puedes continuar hacia la Ruta 1, muy bien hecho!
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